Me acerqué a Sa Xanga al atardecer esperando que en el horizonte aparecieran unas nubes que con los últimos rayos del sol se tiñeran de rosa. En mente tenía esas nubes con lo que queda del antiguo cargador de sal. No hubo suerte. Pero no por eso dejé de hacer alguna foto, al fin y al cabo uno de los placeres de la fotografía es jugar para sacarle partido a lo que tienes justo delante de tus ojos.
Los colores no ayudaban, el azul ya apagado del cielo no contrastaba con el azul ya grisáceo del mar, así que pensé en blanco y negro.
Cuando lo que quieres no lo puedes conseguir, no desesperes, simplemente hay que cambiar la forma de mirar.
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